Con más de tres décadas de experiencia en los medios de comunicación, el periodista Robert Silva Fernández, past decano del Colegio de Periodistas de Arequipa, rememora sus inicios en la radio y reflexiona sobre los cambios que ha vivido este medio a lo largo del tiempo.
Egresado del Colegio Manuel Muñoz Najar, Silva es licenciado en Ciencias de la Educación y en Periodismo, y doctor en Comunicación y Desarrollo por la Universidad Nacional de San Agustín. Actualmente, es docente universitario y un referente en la formación de periodistas.
— ¿Cuando comienza su vínculo con la radio?
Mi vínculo con la radio se inicia más o menos en el año 1985. Empecé trabajando en Radio Arequipa, junto a Juan Carlos Begazo Perry, en un programa que se llamaba Convicción. Era un espacio evidentemente noticioso, con un formato bastante tradicional, pero también muy ágil, que permitía tener reporteros en la calle. No había celulares, por supuesto, tampoco la conexión inmediata que tenemos hoy. En esa época usábamos los famosos walkie talkie (wokitokis) radios portátiles que nos permitían transmitir desde lugares distantes, gracias a una base instalada en la emisora.
— En esos tiempos, hacer reportería exigía otras herramientas…
Sí, definitivamente… yo recuerdo que llevábamos unas grabadoras de treinta centímetros con casetera y cinta magnético-fónica. Y teníamos una estructura básica en los noticieros: comenzábamos con la presentación, luego los titulares, el desarrollo de la información. También manejábamos columnas de opinión, donde llamábamos a especialistas o periodistas —algunos por teléfono, otros los grabábamos—. Teníamos un segmento deportivo, y generalmente cerrábamos otra vez con titulares. Era un formato bastante sencillo, pero muy bien armado para la época.
— Radio Arequipa fue una de las emisoras más reconocidas de la ciudad. ¿Cómo era la competencia radial en aquellos años?
Radio Arequipa tenía una sintonía bárbara. En ese tiempo competíamos con Melodía, con Radio Landa. Había una especie de discusión constante entre cuál era la radio más escuchada. Radio Arequipa venía desde muy atrás en el tiempo, era como la decana. Si revivimos las discusiones de esa época, eran como los noticieros que marcaban la historia, marcaban inclusive la semana de las personas.
—Entre tantos recuerdos, ¿Tiene alguno en especial de esa época del “boom” radial?
Uno de los más especiales eran las transmisiones que hacíamos desde el Estadio Melgar. No se usaban celulares. Para poder transmitir los partidos teníamos que solicitar a la Telefónica que instalara un cable largo desde el túnel del estadio. Había varias conexiones disponibles ahí. Nosotros nos poníamos en la planta baja y desde ahí comenzábamos a transmitir. Fue una experiencia realmente inigualable. Hoy solo sacas un celular y ya estás al aire, pero en esos tiempos había toda una preparación, una logística.
— Pasaron los años y llegaron nuevas tecnologías. ¿Cree que ha cambiado esa relación entre el locutor y el oyente?
Ha cambiado bastante, sobre todo en los formatos. Antes manteníamos una estructura muy estricta. Hoy comienza a llamar la gente al programa y, la verdad, se vuelve un peligro. Todos opinan, critican, discuten. Ahora hay mucho pluralismo, eso es cierto, mucha democracia. Pero antes también la había, solo que era más estructurada. Las personas se respetaban más entre sí. Hacían sus críticas con fundamento, con argumentos políticos o sociales bien desarrollados. Había voces que marcaban la pauta en ciertos temas.
— Y la radio, en medio de todo esto, ¿Sigue cumpliendo el mismo rol de antes?
Yo creo que sí. La radio no va a morir —lo digo entre comillas, claro—. Ya no hay muchas emisoras en amplitud modulada, ahora todo es frecuencia modulada. Y, además, la red por internet está entrando con mucha fuerza. Hay programas con alta sintonía por internet. También el satélite ha ayudado bastante. Ahora manejamos el concepto de multiplataformas: televisión, internet, radio. Antes solo teníamos la radio. Si pasaba un terremoto en China, la información llegaba al día siguiente, por teletipo. Hoy no. Lo que ha pasado en la India con el avión, por ejemplo, lo supimos de inmediato. Y la radio también lo transmitió.
— Hoy vivimos una época de inmediatez, polarización y sobreinformación; la responsabilidad actual del locutor ¿Dónde queda?
Debe ser, sobre todo, cultivar valores, educar un poco más al público. Ya no se escuchan voces bien formadas, con buena locución, con contenido. Antes había locutores extraordinarios: Lucho Cánepa Rodríguez, Percy Gallegos Fuentes, Lucho Díez Canseco. Ellos eran de Radio Continental, por ejemplo. Gente con una preparación tremenda. Don Lucho conducía los corsos de la amistad por Fiestas Patrias. Todos ellos transmitían cultura. Hoy todo eso se ha ido perdiendo.
— Ha mencionado a grandes voces del pasado…
Claaaaro, y hay más. Recuerdo que cuando era niño, escuchaba las “resonancias musicales” a las siete u ocho de la mañana. También a Guido Díaz Rivera en Radio Arequipa. Él hacía un programa enfocado en concursos y en leer los periódicos en voz alta: el famoso “radio periódico”. Había también programas como Mañana de Estrella, con don Lucho Cenepa, en Radio Continental. O Canciones en azul, con don Víctor Falcón Calderón. Eran verdaderos broadcasters, conocedores de música, cultura, historia. Sabían hablar, sabían comunicar.
—¿Y por cuántas emisoras ha pasado usted, formando parte de esa historia radial?
He trabajado en Radio Arequipa, Radio Landa, Onda Sideral, RPP —aunque fue un paso relámpago—, Radio 1190, Radio Municipal, Radio Nevada. También estuve en FM. Fueron varias emisoras, sí. Y todas me han dejado algo. Siento que he sido parte de la historia de cada una.
— Este año se celebran los 100 años de la radio en el Perú. ¿Qué significa haber sido parte de este siglo de historia?
Me siento muy feliz, sinceramente. Desde que comencé en radio, he tenido un compromiso con este medio. A todos los que vienen detrás les diría: sigan los pasos de quienes ya pasamos por ahí. Aprendan a hacer locución. Estudien. Porque la radio sigue viva. Felicito a todos los que hoy la cultivan. Y celebro estos 100 años, que comenzaron con Marconi y con la Broadcasting Company. Qué maravilla saber que Augusto B. Leguía impulsó la radio en nuestro país. Las cosas han cambiado, claro, pero la esencia continúa. Nuestra voz todavía tiene lugar.