Por Víctor Hugo Mendoza Pérez (*)
Con el arribo de los conquistadores españoles al Tahuantinsuyo en 1532, trajeron un mal endémico que cada día crece en todos los estamentos de la vida política y social de los peruanos: la CORRUPCIÓN.
Historiadores mencionan que en la época incaica había una máxima “Ama sua” (no seas ladrón, en español). ¿Significaba que no había delincuentes? Sí, si había ladrones de auquénidos, de cosechas; o curacas y panacas que se quedaban con más ofrendas de las que les correspondía. Pero la realidad era distinta, porque no había moneda y las necesidades de alimentación y vestido estaban satisfechas por el sistema de distribución de cosechas. Entonces difícilmente se puede hablar de una corrupción enquistada en la sociedad inca como la que existe actualmente en nuestro país.
Los casos de corrupción en el Virreinato eran frecuentes, cualquier transacción desde la más pequeña suponía una coima, soborno o ventaja que se tenía que dar, de acuerdo con la gestión, al virrey, a los presidentes de las audiencias, a los oidores, corregidores, oficiales reales, etc.
Llegó la Independencia del Perú y no hubo es más mínimo esfuerzo de modificar esa maligna herencia, es más, continuó con nuevos personajes y autoridades. Cito dos ejemplos:
- El presidente Ramón Castilla pagó por 20 mil libertos (esclavos libres) cuando sólo fueron censados 15 mil, escándalo que fue uno de las causas de la revolución contra él que se gestó en Arequipa.
- El presidente Mariano Ignacio Prado, durante la Guerra con Chile, ha sido acusado por sus enemigos políticos de fugarse del país, de traidor y hasta de llevarse la colecta patriótica para comprar armas en Eruopa, para nunca regresar al país.
La caída del poder del presidente Alberto Fujimori Fujimori, en noviembre del 2000, fue luego de conocerse que pagaba a congresistas para que pasen a su partido o que voten iniciativas legislativas que él proponía.
En la actualidad, desde el año 2000 los casos de corrupción han sido más notorios y en aumento que no sólo compredían a presidentes de la República (uno sentenciado y cinco con investigación fiscal), gobernadores y alcaldes (varios en la carcel), sino que se descubrió que también jueces y fiscales cometían actos de corrupciòn , como el caso de los “Cuellos Blancos” que traficaban con sentencias o liberaciones de narcos o violadores, logicamente previo pago de varios miles de dólares.
Tenemos un país profundamente afectado por una corrupción administrativa, judicial, fiscal, estatal y privada, donde no solamente se trata de saqueos del patrimonio del Estado, sino de una corruptela que va desde el ofrecimiento y recepción de sobornos; fraude electoral, tráfico de influencias, nepotismo, modificación de sentencias judiciales, investigaciones fiscales a enemigos políticos, casos donde fiscales no llevan a juicio a delincuentes, ejemplo a Susana Villarán (confesa de haber recibido sobornos de Odebrecht), financiamiento ilegal a partidos políticos en busca de favores, etc.
Entonces surge la pregunta ¿qué hacer para frenar este crecimiento exponencial de corrupción en el Perú? Si miramos ejemplos donde países han eliminado la corrupción, lo han hecho vía de severes penas que van desde cadena perpetua a pena de muerte, como en China y Vietnam, pero son regímenes autoritarios sin plena democracia, que seguro no queremos para el Perú. En la legislación peruana sólo se aplica la pena de muerte por traición a la Patria.
Urge una solución a este mal endémico que empieza desde el colegio donde algunos profesores cobran para aumentar la nota del alumno, o ministros que cobran para ascender a policías. Ahora que vamos a celebrar el 203 aniversario de la Independencia del Perú, es tarea de todos buscar soluciones definitivas.
(*) Periodista colegiado, integrante de la Comisión Organizadora del Colegio de Periodistas, Consejo Regional Arequipa e integrante de la primera directiva.